lunes, 5 de mayo de 2008

PIEZA DEL MES DE MAYO


Corazón de María
Madera dorada, policromada y telas
90 x 36 x 36 cm.
Último tercio del siglo XIX

Monasterio de Santa María del Valle, Zafra

La devoción al Corazón de María, que se inicia en el siglo XVII, se fomenta en el XIX con las pastorales del padre Claret y la fundación de los cordimarianos, como respuesta a la dramática situación que atravesaba la Iglesia española tras la desamortización y la propaganda revolucionaria atea y anticlerical del siglo. Resurge entonces un nuevo misticismo en el que las almas sencillas encontrarán consuelo en la oración ante la Virgen «ostentando su purísimo Corazón».

La imagen que exponemos es una talla conocida como de «cap i pota», expresión que sirve para referirse a las de vestir que, a diferencia de las de centurias anteriores, poseen piernas. Un tronco de madera, apenas desbastado para darle apariencia humana, sirve de sustento a la cabeza y a las extremidades articuladas que, como únicas partes que han de ser vistas, aparecen estucadas y policromadas. Esta traza permitía su atavío con facilidad y que sus vestidos y mantos, joyas y coronas se ajustasen a los ciclos litúrgicos.

Herederos de lo más delicado de la iconografía mariana barroca, estos simulacros salidos de talleres catalanes de imaginería conmovían a los fieles por su amable semblante y por lo sutil de su gestualidad.

Perteneció a sor Jacinta Aparicio de la Presentación, monja clarisa del convento, que conseguiría en 1893 del obispo de Badajoz, el franciscano fray Francisco Saenz de Urturi y Crespo, una bula de indulgencias para quienes a sus plantas orasen devotamente. Hasta hace unos años se veneraba en la enfermería conventual.

Juan Carlos Rubio Masa