Santo Cristo del Pozo
Madera dorada y policromada
84 x 70 x 24 cm
Siglo XVII
Capilla del Pozo, Zafra
Si la memoria de la vecindad de
El 24 de septiembre de 1787, un hombre yendo a sacar agua del pozo, que da nombre a la calle, vio flotando la imagen de un Crucificado. Congregado el vecindario y avisada la clerecía, fue extraída con una escarpia que, aún, cuelga como testigo junto a la imagen. Informado el obispo de Badajoz resolvió que se expusiese a la devoción en la iglesia o en las inmediaciones del pozo. Por lo que, en 1792 y a costa de los vecinos, “se dispuso una decente capillita”, donde “permanece con luz toda la noche”.
Embutida en una de las casas de la calle, la capilla es tan modesta que apenas supera el metro cuadrado en planta. Cubierta con una bóveda de arista, tiene en su frente el altar con el retablo y, a la izquierda, un nicho en el que se colocaba la lámpara que lo iluminaba.
Si el crucificado es una talla policromada de regusto manierista, fechable a comienzos del siglo XVII, y destinada a la devoción doméstica; el retablo seguramente es reaprovechado y obra del último tercio del siglo. Lleva, en el comedio, para alojar la imagen una hornacina cruciforme, que se enmarca con pilastrillas con cartelas y remata en un frontón curvo y volutas laterales con cogollos de frutas. Es obra vinculada a la escuela de Blas de Escobar, quizá se deba a su discípulo Alonso Rodríguez Lucas.
El Cristo recibía ofrendas de aceite o velas y, aunque nunca salió en procesión, se llegaron a celebrar veladas en su honor.
Juan Carlos Rubio Masa