San Miguel Arcángel
Óleo sobre lienzo
59 x 42 cm
M. Ortega
1853
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra
Desde que en 1453 el rey Juan II concediese la merced de la celebración de una semana ferial en torno a la festividad de san Miguel, el príncipe angélico forma parte del imaginario de la ciudad de Zafra.
Significado fue el hospital de pobres, bajo su advocación, que se comenzó a reedificar, después de 1480, por manda testamentaria de la segunda Condesa de Feria. En el programa de reformas se incluyó un nuevo retablo para su capilla mudéjar, en el que lucía la famosa tabla conocida como el San Miguel de Zafra. Pintada en técnica mixta por un ignoto maestro del gótico final buen conocedor de la pintura flamenca, desde 1929 se expone en las salas del Museo del Prado.
Ya en el ocaso del medievo estaba la iconografía del Arcángel asentada fielmente en el relato apocalíptico: «Entonces se entabló una batalla en el cielo. Miguel y sus Ángeles combatieron con el Dragón. También el Dragón y sus Ángeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya lugar en el Cielo para ellos. Y fue arrojado el gran Dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus Ángeles fueron arrojados con él». Solo el tiempo trajo la humanización del maligno, relegando los bestiarios tan caros a los maestros góticos.
El lienzo expuesto, firmado y fechado en 1853 por M. Ortega, es una obra discreta, destinada a la devoción particular, en la que aún resuenan ecos barrocos andaluces. San Miguel, envuelto en luz y armado con una liviana espada de fuego, tiene a sus pies al demonio abatido; mientras, sus secuaces advierten el descalabro del que quiso ser como Dios.
Juan Carlos Rubio Masa