viernes, 1 de abril de 2016
PIEZA DEL MES - ABRIL 2016
Capa pluvial
Tisú, lienzo, hilos y plata
131 x 274 cm
Siglo XVIII
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra
Las raíces de la capa pluvial se vinculan con la lacerna, un manto usado por los soldados romanos que se abrochaba en el hombro, o con la paenula, semicircular y abrochada por delante, que utilizaban las clases populares. Por su utilidad, como ambas llevaban un capuchón para la lluvia, se convirtieron en vestimenta común para hombres y mujeres de época imperial.
Desde el Medievo, hechas ya con telas ricas y bordados, mudaron en ornamentos solemnes de uso entre nobles y aristócratas, que después de usarlas podían cederlas a las iglesias.
En la liturgia, los primeros testimonios son del siglo IX y vinculadas al clero en general, para el canto en el coro o las procesiones. Es, de estas ceremonias exteriores y su posible uso para protegerse de la lluvia, de donde le venga su nombre.
Al ir ganando en suntuosidad, la capucha o capillo acabó estorbando y, en el siglo XII, se redujo a una pieza triangular colocada en la espalda bajo la nuca. En el siglo XIV, adoptará la forma de escudo amplio, que gradualmente irá invadiendo la zona central.
La capa pluvial expuesta es sencilla, pero mantiene todos los elementos particulares de la vestimenta: cuerpo semicircular de tisú de plata con sencillas flores en oro a tresbolillo. Cenefa rectangular u orfre, cercada por puntillas a modo de galón, que orna el largo de su diámetro. Y capillo, debajo y a la espalda, que cuelga de unos corchetes de plata, con bordura de puntillas y una borla pinjante.
Las capas se pueden ajustar con un pectoral o fíbula metálicos, aunque puede prenderse con presillas o tiras de tela en las que va colocado el broche para permitir la vista del alba.
Galería alta del Museo, hasta el 30 de abril