Vinajeras
Plata moldeada, fundida, troquelada y calada
21 x 13 x 11 cm
Francisco de Paula Martos
Taller Cordobés. 1830
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra
Marcas:
La de Córdoba, la del contraste Cristóbal Pesquero (1830/PESQUERO) y la del artífice Francisco de Paula Martos (F/MARTOS)
Aunque casi olvidada, Zafra tuvo otra feria, más antigua y de más arraigo que la de San Miguel. Concedida en 1395, se celebraba durante quince días en torno al 24 de junio, festividad de San Juan. Su esplendor llegó hasta el siglo XVIII, tras el que fue palideciendo para agonizar en la pasada centuria.
En la feria de 1830, el mayordomo del convento de Santa Clara adquiría, a un mercader de platería cordobés, estas vinajeras para servicio de la misa de diario. Mil quinientos veintidós reales con veintiocho maravedís le costaron los tres juegos que comprase, una cifra estimable si consideramos que equivalía, entonces, al sueldo anual de una maestra y la arroba de aceite no alcanzaba los veintinueve reales.
Este aderezo, compuesto por dos jarritas y una salvilla en la que se acomodan, se usa para contener el vino y el agua con los que llenar el cáliz antes del Ofertorio.
Obra de Francisco de Paula Martos, uno de los plateros más reconocidos de la Córdoba decimonónica, estas vinajeras responden a modelos neoclásicos, de ahí que el perfil elegido por el maestro para las jarritas recuerde el de ciertas vasijas de la antigüedad grecorromana: sobre peana circular perlada y gollete troncocónico, se dispone el recipiente, propiamente dicho, que muestra una panza aovada y un cuello cóncavo y asa sinuosa. La boca lleva una tapa alabeada en la que, para guardar el orden litúrgico, se ve un racimo de uvas, en una, y un pez, en la otra.
La bandeja o salvilla, de forma ovalada y orilla cóncava, tiene dos encajaduras donde asegurar las jarritas y se alza sobre pies trapezoidales con decoración vegetal esquemática calada.
Juan Carlos Rubio Masa