San Antonio de Padua
Talla policromada
61 x 30 x 26 cm
Escuela Sevillana
Siglo XVII
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra
El Santo, nacido en Lisboa en 1195 y bautizado con el nombre de Fernando de Bulloes, trocó su nombre por el de Antonio al abrazar el franciscanismo en 1220; si bien, el sobrenombre se lo da la ciudad italiana de Padua que le vio expirar en 1231 y custodia sus restos.
Es quizá el santo franciscano más popular, el que «convierte a la vida muertas almas» escribía el poeta Cristóbal de Mesa. Canonizado al año de su muerte, desde antiguo se le invoca en el salvamento de náufragos o por la liberación de presos. Más reciente es su fama de casamentero y de recuperador de objetos perdidos; desde el siglo XIX es patrono de los pobres, por lo que las limosnas que recibía en su cepillo se aplicaban a la obra pía llamada “Pan de San Antonio”.
La imagen, de escuela sevillana, es una talla delicada, de pequeño formato, que muestra una espléndida policromía, en la que destaca el estofado grabado y esgrafiado del hábito.
Se le representa imberbe, con el sayal franciscano y la tonsura clerical. Si su mano izquierda sostiene un libro, sobre el que se apoya el Niño Jesús; la derecha, debería portar una vara de azucenas: atributos que vienen a recordarnos que es considerado Doctor de la Iglesia, la milagrosa aparición del Niño Dios al Santo en su celda y la pureza que mantuvo siempre «pues del mundo triunfáis, carne y demonio».
La imagen del Niño, desproporcionada para la del Santo, no le corresponde y es pieza más tardía. Ignoramos el porqué, en vez de las acostumbradas flores, las clarisas de Zafra le hacen sostener un cáliz de plata con la hostia.
Juan Carlos Rubio Masa