Copa frutal entre angelotes tenantes
Madera policromada
23 x 54 x 5,5 cm
Salvador Muñoz (talla) y Juan Montaño (policromía)
Entre 1615 y 1623
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra
El segundo duque de Feria en su testamento (Nápoles, 1607) disponía su entierro en la capilla de las Reliquias que había mandado labrar en Santa Clara. Y para la liturgia fúnebre ya había enviado, entre otras cosas, «unos çiriales de plata y ébano» y «un terno negro bordado», que pueden verse en el Museo.
Ahora bien, la pequeñez de la capilla y su disposición en el convento volvían irrealizable su voluntad postrera. Por lo que, en el invierno de 1614-1615, su hijo y sucesor estuvo en Zafra concertando la construcción de una nueva con las monjas y los maestros de obra.
Tras su fábrica, se instaló un retablo clasicista en el que se enmarcaron cinco lienzos «de mucho valor» dedicados a San Raimundo de Peñafort, por expreso deseo del finado duque, que era a la sazón virrey de Cataluña cuando el dominico había sido canonizado.
Sustraídas las pinturas por las tropas napoleónicas, del retablo resta solo su arquitectura compuesta por Salvador Muñoz, un ensamblador madrileño afincado en Zafra desde 1609, y dorada por el pintor zafrense Juan Montaño. Y un sexto lienzo, la Conversión de San Pablo, en el ático, pues en la capilla se ganaba un jubileo los veinticinco de enero.
Rematando el sagrario se halla este relieve, que exponemos, en el que dos ángeles, de anatomía aún manierista, unidos por un festón, sostienen una copa ahíta de manzanas. Símbolos del amor en la mitología clásica, para los cristianos lo son, desde el pecado original, del demonio y sus tentaciones. Mas, como iría una cruz hincada en lo alto, el conjunto adquiere un sentido salvífico: Jesucristo redentor del género humano.
Juan Carlos Rubio Masa