Circuncisión de Jesús
Óleo sobre lienzo
110 x 81,5 cm.
Atribuible a Antonio Bautista
Hacia 1650
Convento de Santa Catalina. Zafra
Este óleo sobre lienzo representa el pasaje relatado por Lucas el Evangelista: «Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno».
Era la circuncisión una de las dos ceremonias que la ley mosaica prescribía en torno al nacimiento de un varón. Un rito purificador que consistía en la ablación del prepucio, como signo de la alianza entre Dios y su pueblo.
La escena discurre en un espacio indefinido, aunque enmarcado por grandes pilares que evocarían el Templo de Jerusalén, si bien en la realidad era una ceremonia que se celebraba en la casa paterna.
El centro de la composición lo ocupa el Niño, apoyado en la mesa ceremonial, al que rodean sus padres y familiares que contemplan como el sacerdote, conocido como mohel, sentado en la silla de Elías, corta con el cuchillo ritual la piel que rodea el glande y espera que la sangre se derrame en una jofaina.
El cuadro expuesto procede del convento de dominicas de Santa Catalina, en cuya iglesia se encontraba coronando el retablo del Nacimiento, uno de los colaterales de la nave. De ahí los gruesos trazos y la fuerte caracterización de los personajes. La única referencia documental que tenemos del mismo es de 1658, entonces se contrataba otro de los retablos con dos artistas zafrenses, el pintor Antonio Bautista y el escultor y ensamblador Juan Gordillo, especificándose que había de ser «del mesmo tamaño de alto y ancho y de la misma obra que es el de el Naçimiento que está en dicha iglesia», seguramente obra de los mismos maestros.
Aunque muy tardío, el lienzo rememora un rito practicado en Sefarad, y por ende en la alhama de Zafra, que se perdió tras la expulsión de 1492.
Juan C. Rubio Masa
Óleo sobre lienzo
110 x 81,5 cm.
Atribuible a Antonio Bautista
Hacia 1650
Convento de Santa Catalina. Zafra
Este óleo sobre lienzo representa el pasaje relatado por Lucas el Evangelista: «Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno».
Era la circuncisión una de las dos ceremonias que la ley mosaica prescribía en torno al nacimiento de un varón. Un rito purificador que consistía en la ablación del prepucio, como signo de la alianza entre Dios y su pueblo.
La escena discurre en un espacio indefinido, aunque enmarcado por grandes pilares que evocarían el Templo de Jerusalén, si bien en la realidad era una ceremonia que se celebraba en la casa paterna.
El centro de la composición lo ocupa el Niño, apoyado en la mesa ceremonial, al que rodean sus padres y familiares que contemplan como el sacerdote, conocido como mohel, sentado en la silla de Elías, corta con el cuchillo ritual la piel que rodea el glande y espera que la sangre se derrame en una jofaina.
El cuadro expuesto procede del convento de dominicas de Santa Catalina, en cuya iglesia se encontraba coronando el retablo del Nacimiento, uno de los colaterales de la nave. De ahí los gruesos trazos y la fuerte caracterización de los personajes. La única referencia documental que tenemos del mismo es de 1658, entonces se contrataba otro de los retablos con dos artistas zafrenses, el pintor Antonio Bautista y el escultor y ensamblador Juan Gordillo, especificándose que había de ser «del mesmo tamaño de alto y ancho y de la misma obra que es el de el Naçimiento que está en dicha iglesia», seguramente obra de los mismos maestros.
Aunque muy tardío, el lienzo rememora un rito practicado en Sefarad, y por ende en la alhama de Zafra, que se perdió tras la expulsión de 1492.
Juan C. Rubio Masa
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