Caja relicario
Madera lacada y vidrio
22 x 29 x 34 cm
Arte Namban
Japón, periodo Momoyama
1573-1615
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra
El convento de Santa Clara guarda sorpresas patrimoniales. Una muestra es esta caja relicario fabricada, en el siglo XVII, con cuatro fragmentos de un biombo japonés, cuyo suntuoso aspecto se consideró adecuado para cobijar los restos de los santos Bartolomé, Vicente, Fabricio, Blas, Rufo, Leonardo y Zenón, mártires de los primeros siglos del cristianismo.
A finales del siglo XVI comenzaron a estimarse los objetos suntuarios procedentes de Oriente. Un gusto ligado a la presencia de occidentales que comerciaron, primero, con China y, tras el descubrimiento de Filipinas, con Japón. Desde entonces, llegaba al puerto novohispano de Acapulco el llamado Galeón de Manila cargado de todo tipo de mercadurías de aquellas tierras; de entre las que los lacados, dada su durabilidad, exotismo y brillo negro y dorado, eran de las más cotizadas, luego, en España.
La laca, aunque es un barniz de origen chino, fue asimilada por la estética japonesa, que llevó su producción a la cima. Consiste en aplicar numerosas capas, sobre las que se puede dar color, dorar o incrustar piezas de nácar o marfil, para terminar con una capa de laca transparente y pulida que aporta su característico aspecto lustroso.
En la pieza, que exponemos, la técnica seguida es el maki−e, es decir, sobre una base de laca negra lleva pintada una ornamentación naturalista estilizada en tonos dorados, grises y rojos. Entre los rameados florales, que llenan los paneles, pueden verse un abanico, aves volando o posadas, y un feng-huang, el ave fénix oriental.
El término Namban, que significa extranjero del sur y se aplicaba en Japón a portugueses y españoles, sirve también para catalogar este tipo de objetos destinados a la exportación que son el resultado de la fusión de dos culturas lejanas.
Juan Carlos Rubio Masa