sábado, 25 de abril de 2015

EN CLAUSURA

 
Santa María de Consolación.
Detalle de una pintura mural del siglo XV.
Antigua enfermería conventual de Santa Clara.

jueves, 23 de abril de 2015

EN CLAUSURA

 

Santa Bárbara.
Detalle de una pintura mural del siglo XV.
Antigua enfermería conventual de Santa Clara.

sábado, 4 de abril de 2015

EN CLAUSURA (3)

Calvario
Pintura mural del siglo XVI.
Refectorio conventual de Santa Clara.
 


Apropiada para despertar sentimientos devotos, la obra guarda una rigurosa simetría: el centro de la composición lo ocupa Cristo en la Cruz, se trata de una figura serena, delgada que sigue los modelos difundidos en el último tercio del siglo. Su cabeza inclinada acentúa el gesto de dirigirse hacia su Madre que levanta su vista para escuchar sus palabras. A los pies de la cruz, con una evidente expresión compungida, está María Magdalena y a la derecha San Juan. Apoyadas en la cruz están la lanza y la caña con la esponja. A un lado y otro de la escena aparecen las cruces de los ladrones: mientras Dimas, el buen ladrón, consolado por un ángel, se muestra sereno ante la muerte, Gestas, atribulado por una figura diabólica, se retuerce en su árbol. Toda la escena se dispone en un paisaje apenas esbozado, al fondo del cual aparece una ciudad, Jerusalén, y en lo alto el sol y la luna.

miércoles, 1 de abril de 2015

PIEZA DEL MES - ABRIL 2015

Potencias
Plata repujada en su color
21,5 x 12,2 cm
José Blas Rivero
Taller badajocense
1775
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra



 
Marcas: del artífice José Rivero (RIVErO), acompañada del cronológico 75.

Es usual que las imágenes pasionales de Jesús se coronen con tres rayos: son las potencias. Un distintivo cristológico que, aunque se desarrolla en el Barroco, hunde sus raíces en la iconografía y en el pensamiento cristiano medievales.


Hacia el siglo V-VI, surge el nimbo crucífero, un círculo o aureola con una cruz inscrita, que se ponía sobre la cabeza del Salvador para distinguirlo del resto de los santos. Pero, como eran imágenes pictóricas y su cabeza solo dejaba visibles tres de sus brazos, con el tiempo se aislarán del nimbo y transmutarán en rayos de luz. Paradigmáticos son los que aparecen en la Pequeña Pasión de Durero.

Su simbolismo se ha relacionado con la Santísima Trinidad o con la triple condición de Jesús: profeta, sacerdote y rey. Mas parece que hunde sus raíces en el pensamiento aristotélico, tamizado en las obras teológicas medievales: las tres potencias intelectivas del alma (memoria, entendimiento y voluntad), que dotan al individuo de las capacidades de pensar y ser libre, en Cristo -como verdadero hombre- habrían alcanzado su más alta expresión, tanto que le facultaron para soportar el trance sobrehumano de la Pasión. 


Ya a comienzos del XVII, las potencias empezaron a materializarse en madera y latón y, después, en plata, cuyo brillo reafirmaba el carácter sacro de la imaginería dolorosa de Cristo. Las que contempla constan de un nudo, ornamentado con ces, rocallas y formas vegetales, del que arrancan tres haces de rayos lisos biselados. Son obra de José Blas Rivero (1747-1817), el mejor platero dieciochesco de Badajoz, cuyo estilo evoluciona en el tiempo de la fantasía rococó a la sobriedad neoclásica.















Hasta el 30 de abril. Galería alta del Museo