Con esta exposición el Museo Santa Clara quiere recordar a la escritora Dulce Chacón a los veintiún años de su deceso, ocurrido el 3 de diciembre de 2003. A través de objetos personales, fotografías, poemas o ejemplares de sus libros haremos un repaso a la vida y obra de esta genial autora zafrense.
Porque somos la misma
Dulce Chacón y su hermana gemela Inma nacieron en Zafra el 3 de junio de 1954, en la casa de la plaza Grande esquina a Pasteleros. Eran la cuarta y quinta hijas del abogado Antonio Chacón y de su esposa María Gutiérrez, que ya eran padres de Antonio, Ida y Aurora. Después nacerían José Lorenzo, Piedad, Francisco y Juan, que obligaron a cambiar de residencia, primero, a la calle Santa Catalina y, después, a la de Tetuán. La prole era conocida como los Chaconcinos y Dulce e Inma como Las mellis.
La gran pasión del padre era la poesía. Poeta íntimo, sus composiciones las desgranaba entre sus familiares, amigos y, cómo no, entre sus hijos. Escribe mucho, aunque publica poco y cuando lo hace utiliza el seudónimo «Hache», que también usaría Dulce. El padre poeta influirá poderosamente en sus mellis, a pesar de contar con sólo once años cuando les dejó.
Tras su prematura muerte, una distinta y nueva vida le esperaría a toda la familia en Madrid. Su marcha supuso el desarraigo y la aurora de un nuevo día en el que en su horizonte seguía en Zafra: sus calles y plazas, sus gentes, los olores y sabores o esas palabras, esa dicción tan de aquí. Su madre, a pesar del dolor, como mujer esforzada supo enseñarles a seguir la vida, a reír y a volar…
Escribir para no morir
En Madrid, las hermanas estudian en un internado que, para Dulce, fue como estar encarcelada. Para «vivir» sigue la senda aprendida de su padre: comienza a escribir poesía como una forma de liberación.
Mas, no fue hasta los 38 años cuando publica su primer libro poético Querrán ponerle nombre (1992). Le siguieron Las palabras de la piedra (1993) y Contra el desprestigio de la altura (1996), por el que obtuvo el Premio de Poesía Ciudad de Irún 1995. Al finalizar el milenio, publica Matar al ángel (1999) y el recopilatorio Cuatro gotas (2003).
Siendo ya una reconocida novelista, le preguntaron si había abandonado la poesía. Su respuesta fue que la poesía era «algo básico para un escritor, por esos rasgos concretos que le supone el participar con la inspiración, el contar con la memoria, con los sentimientos más íntimos… Yo lo que deseo es que la poesía no me deje a mí».
¿Quién puede protegerse de un sueño?
Aunque la poesía era el género con el que más disfrutaba, fue la novela la que más éxito le reportaría. Una obra que hay que entender desde su dimensión poética y su compromiso ético por la defensa de los derechos humanos, la dignidad de las mujeres maltratadas, de los inmigrantes o la restitución de la memoria de la guerra y la posguerra.
Comenzó su trayectoria en 1996 con Algún amor que no mate, a la que siguieron Blanca vuela mañana y Háblame, musa, de aquel varón. Obras que componen la Trilogía de la huida en las que trata sobre el desamor y la violencia machista. En 2000, con Cielos de barro, vuelve a los paisajes de su infancia, vuelve a Extremadura, para ofrecernos, junto a La voz dormida, un acercamiento a nuestro pasado que nace, para Dulce, «de una necesidad personal de hace mucho tiempo, la de conocer la historia de España que no me contaron, aquella que fue censurada y silenciada».
Una obra extensa, escribía Rosa Regás, en la que Dulce «ha sabido como pocos tejer y mezclar los hilos de la imaginación literaria con los del compromiso, sin que en ningún momento podamos acusarla de poner la una al servicio del otro».
Dulce acarició todos los géneros literarios. Por eso en su haber encontramos desde obras teatrales a cuentos e, incluso, una biografía. En todas ellas se filtra tanto su vena poética como su compromiso ético.
Se estrena en 1998 como autora dramática con Segunda mano, con un enorme éxito en Madrid. Su adaptación al teatro de Algún amor que no mate se estrena en 2002 en Las Palmas de Gran Canaria y se representa en Madrid en 2003-2004. Fue candidata a los Premios Max de las Artes Escénicas, como «mejor autora teatral en castellano».
Sus cuentos, ese género llamado menor, que fueron apareciendo en colaboraciones en prensa o en libros colectivos, han sido recopilados y publicados en un volumen titulado En las islas Morrocoy y otros relatos por la Editora Regional de Extremadura en 2009.
En 1998, Planeta publica Matadora. La increíble aventura de la primera mujer matadora de toros de España, en la que Dulce colabora con la torera Cristina Sánchez en su biografía, la de una mujer que escoge «una profesión que tradicionalmente estaba reservada a los hombres, y más: vetada al sexo femenino».
Inmaculada Concepción
Grabado calcográfico a buril sobre vitela
9.6 x 6.8 cm
Cornelis Galle el Viejo (1576-1650)
Escuela Flamenca
Primera mitad del siglo XVII
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra
La Inmaculada Concepción aparece como iconografía mariana tras el Concilio de Trento, aunque existen indicios previos. Es ahora cuando se conjugan en la representación los conceptos de «Tota pulchra», la «Ipsa» del Génesis y los signos de la mujer apocalíptica, como se advierte en esta estampa, grabada e impresa para la devoción privada por Cornelis Galle, un artista nacido en Amberes y formado en Italia.
La locución «Tota pulchra» es el inicio de una antífona latina que dice «Toda limpia eres María y no hay mancha original en ti». Expresada en la juventud, el arrobo de la Virgen y en la vara de azucena, símbolo de la pureza, que lleva entre sus manos cruzadas sobre el pecho.
En contraste, sus pies aplastan una serpiente con una manzana entre sus fauces, que alude al pasaje del Génesis (3 15) en el que Eva, seducida por ella, ofrece a Adán el fruto prohibido. Tras pecar, Dios amenaza a la sierpe, al diablo, con el «ipsa conteneret» o «ella lo vencerá», que se ha interpretado como prefiguración de María, la nueva Eva.
Mas la Inmaculada se muestra entre nubes, encinta, con la luna esférica bajo sus pies y su cabeza coronada de doce estrellas. Motivos surgidos de la «Visión de la Mujer y el Dragón» del Apocalipsis (12 1-3), una escena celeste en la que una Mujer a punto del parto, María Virgen, es atacada por el maligno, «la serpiente antigua», que quiere «devorar a su Hijo en cuanto lo diera a luz».
Cruz palestina
Madera de olivo, nácar y cuerda
18.7 x 8.8 x 0.9 cm
Belén. Tierra Santa
Taller palestino
Siglo XVIII
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra
En Tierra Santa, desde el siglo XVII, se va desarrollando una industria artesanal de objetos devocionales con destino a los peregrinos que acudían a los Santos Lugares, que tuvo en Belén su principal centro productor.
Los franciscanos que habitaban en el convento, sito junto a la Basílica de la Natividad, dada la importante comunidad de cristianos de la ciudad, incentivaron la enseñanza y la práctica de la taracea o embutido en la madera de olivo local de placas de nácar o madreperla, procedente del Mar Rojo. Una técnica artesana que provenía de la ornamentación de muebles en tierras de Siria y Líbano.
En uno de esos talleres palestino-cristianos se hizo esta cruz, pensada para ir colgada del pecho del devoto en su peregrinar o de un clavo en una alcoba o celda monástica a su vuelta. Para fabricarla, el artesano cajea todo el frente de la madera para incrustar pedazos rectangulares de nácar sobre los que, después, graba los motivos iconográficos que tiñe con tinta negra para resaltarlos.
Como símbolo esencial de todos los cristianos, la cruz es el objeto devocional más reproducido, en el que es habitual su trazo ingenuo, pero emotivo de las representaciones. En esta, el crucificado simula estarlo sobre una cruz arbórea; por cima, el tablero con el INRI y, a los lados del "patibulum", dos de los instrumentos de la Pasión: las tenazas y el martillo. Y, en la parte baja del "stipe", su Madre, cuyo inmenso dolor evoca el puñal que traspasa su pecho.
El "Libro Diario de Gastos" de la embajada a Persia de Don García de Silva y Figueroa
Papel y tinta
Isfahán (Irán), 29 de abril al 4 de mayo de 1619
AHMZ, Fondo Municipal, Cofradía de la Caridad
Nacido en Medina de las Torres en 1548 en una familia muy cercana a los duques de Feria, pronto se establecería en Zafra, donde discurrió la mayor parte de su vida.
Entró al servicio de la Corona en 1595 al ser nombrado corregidor de Andújar y Jaén, y posteriormente de Toro y Badajoz. En 1609 se encaminó a la corte a la espera de destino. Para entonces contaba con más de sesenta años.
En ese tiempo, se estaba pergeñando una posible alianza con la Persia Safávida para contrarrestar el poder de los turcos. Se organizó una embajada al frente de la cual el Consejo de Estado designó, en octubre de 1612, a Don García.
La comitiva partió de Lisboa en abril de 1614. Tras una larga travesía se entrevistaría por primera vez con el sha Abbas I en junio de 1618 en Qasvin y una segunda un año después en Isfahán. A su conclusión, Don García inicia el retorno, pero nunca arribará a la península ibérica, pues muere el 22 de julio de 1624 en alta mar.
La legación no deparó ningún resultado político. En cambio, Don García dejó unos preciosos "Comentarios", que le depararían la fama y la posteridad, en los que recogió sus impresiones sobre los distintos lugares por los que transitó. Destacando lo concerniente a la antigua Persépolis.
No obstante, no sería el único legado documental. En el Archivo Histórico Municipal de Zafra se conserva parte (30 de abril al 11 de mayo de 1617 y 1 de enero de 1619 a 20 de mayo de 1620) del "Libro Diario de Gastos", que contiene las distintas partidas que fue desembolsando y que ofrece una perspectiva distinta de una empresa irrealizable.
El domingo 20 de octubre de 2024, a las 12:30 horas y en la iglesia conventual, celebraremos un encuentro musical de corales, en el participarán la Coral Polifónica de Collado-Villalba y la Coral Santa Cecilia de Zafra. La entrada es libre hasta completar aforo. Les esperamos.
CORAL POLIFÓNICA DE COLLADO VILLALBA
Comenzó su andadura como grupo de aficionados a la música que se unió en los años ochenta, fundándose la Coral definitivamente en el año 1993. Desde entonces ha participado en multitud de certámenes, conciertos, encuentros y actos oficiales, tanto en España como en otros países: Italia, Austria, Portugal y Estambul.
Ha cantado en lugares emblemáticos como la Catedral de Santiago de Compostela, las iglesias de Jesús de Medinaceli y Los Jerónimos en Madrid, así como en el Teatro La Latina (Madrid), el Teatro de Tomelloso (Ciudad Real) o en el programa de televisión “Madrid Directo”, celebrando la Navidad.
A lo largo de su historia, ha participado en numerosos conciertos y encuentros corales en la Comunidad de Madrid y en gran parte del territorio nacional. Además, al ser miembro de la Federación de Coros de Madrid participa en los Ciclos de conciertos religiosos por las Iglesias de la ciudad de Madrid.
En el ámbito institucional participa, a lo largo del año, en diferentes misas y actos promovidos por el Ayuntamiento de Collado Villalba.
Tiene un repertorio variado que intenta ser del gusto del público: pop, rock, cantautores, musicales, bandas sonoras, étnicas, zarzuelas, óperas, repertorio tradicional coral… sin olvidar el navideño y el religioso.
JOSÉ ENRIQUE HERRANZ FRÍAS (Director)
Realiza sus estudios musicales en el Conservatorio de Música de Arganda del Rey, en el Conservatorio Profesional de Música de Amaniel y en el Conservatorio Superior de Música “Padre Antonio Soler” de San Lorenzo de El Escorial, todos ellos en Madrid, en donde obtiene el Título de Profesor Superior de Guitarra Clásica.
Además, es Maestro especialista en Educación Musical y tiene el Diploma de Estudios Avanzados en Didáctica de la Expresión Musical por la Universidad Complutense de Madrid.
Simultáneamente a sus estudios musicales, realiza cursos en Dirección coral, Armonía moderna, Informática musical y Composición y es ponente en cursos de formación del profesorado de la Comunidad de Madrid.
Ha trabajado como profesor de Guitarra, Lenguaje Musical, Armonía, Música y Movimiento, Agrupaciones instrumentales y Coro en diferentes Escuelas de Música y colegios de la Comunidad de Madrid.
Como intérprete, ha actuado en lugares como el Teatro Carlos III de San Lorenzo de El Escorial, el Teatro Albéniz (Madrid) o el Festival “Los Divinos” en la Plaza Mayor de Madrid, coproducido por Televisión Española y la RAI.
Desde el año 2005 funda y dirige el Coro de Niños del colegio “El Raso”, con el que ha participado en numerosos conciertos, encuentros y certámenes, a nivel autonómico y nacional, incluido su participación junto al Coro Nacional de España en una versión de El Mesías de Händel en el Auditorio Nacional (2016).
En 2005, se incorpora a la Coral Polifónica de Collado Villalba como Tenor, dirigiéndola esporádicamente. A partir de septiembre de 2015, asume la titularidad en la Dirección de esta Coral.
CORAL SANTA CECILIA DE ZAFRA
La Coral Santa Cecilia de Zafra fue creada en 1990 por el Excmo. Ayuntamiento de Zafra, como actividad complementaria de la Escuela Municipal de Música, y por un grupo de aficionados a la música.
Ha representado a la ciudad de Zafra en varias ocasiones en el Día de Extremadura y ha traspasado la frontera con Portugal por motivo de intercambio cultural.
En su repertorio destacan las actuaciones con acompañamiento orquestal, ya que en varias ocasiones presento públicamente -y con bastante éxito- una antología de la Zarzuela, acompañada por la antigua Banda Municipal de Música.
Destacan sus actuaciones en el Teatro Romano de Mérida, en el Festival de la Música Polifónica del
Atlántico de Isla Cristina (Huelva), en la Expo ́98 de Lisboa, Cuenca, Toledo, etc...
Participa, por otro lado, en la grabación de un disco en 1996, y organiza anualmente en la ciudad de Zafra varios encuentros de Corales Polifónicas, patrocinado por el Excmo. Ayuntamiento de Zafra y por la Federación Extremeña de Corales.
La Coral Santa Cecilia ejerce una intensa actividad en la vida cultural de la ciudad de Zafra (Feria Internacional Ganadera, Navidad, Santa Brígida, Semana Santa, Virgen de Belén, De la Luna al Fuego, Premios Dulce Chacón, Museo Santa Clara, etc.) así como fuera de ella en encuentros, conciertos y salidas culturales.
En el mes de septiembre de 2010, el Centro de Iniciativas Turísticas de Zafra ha galardonado a la coral Santa Cecilia con el nombramiento de "Candelaria de Honor" en reconocimiento a su trayectoria.
FÉLIX SOTO DÍAZ (Director)
Natural de Zafra (Badajoz) y nacido en 1982 es un referente en la docencia musical y en la dirección de bandas tanto dentro como fuera de Extremadura.
Por resumir un poco su extenso currículo podríamos destacar que Félix Soto es Profesor Superior de Música, en la especialidad de Tuba-Bombardino, que lo estudió en el Conservatorio Superior de Badajoz; Maestro en la Especialidad de Primaria por la Universidad de Extremadura; Maestro en la especialidad de Música también por la Universidad de Extremadura y ha sido miembro de innumerables formaciones musicales de los más diversos ámbitos.
Como instrumentista ha participado en innumerables formaciones; ha sido bombardino solista de la Banda y Orquesta sinfónica del Conservatorio Superior de Badajoz, trombón de la Banda Municipal de Mérida, bombardino solista de la Banda Federal de Extremadura, colaborador con la Banda Municipal de Badajoz, bombardino solista de la Banda de tubas de Valencia, Bombardino solista de la Banda de Música de la Cruz Roja de Sevilla (donde fue subdirector los dos últimos años de su etapa allí). Ha colaborado con formaciones tan prestigiosas como El Carmen de Salteras, Banda de Música de la Puebla del Río, Banda de Música del ejército del aire con base en Tablada (Sevilla) por citar algunas.
También ha participado en la grabación de diferentes trabajos discográficos de diversos estilos musicales.
El el ámbito de la dirección de orquesta y banda ha recibido clases magistrales de directores tan destacados como Enrique García Asensio (mítico director de la orquesta de RTVE), de Andrés Salado (Director de La Orquesta de Extremadura), de Vicente Soler (Director de la Banda Municipal de Badajoz), de Francisco Javier Gutierrez Juan (director de la banda Municipal de Sevilla) entre otros.
Ha dirigido más de cuatrocientos conciertos hasta la fecha combinando labores musicales con labores de organización, habiendo sido durante dos años Vicepresidente de la Federación Extremeña de Bandas de Música.
En la actualidad es director de la Banda Municipal de Los Santos de Maimona, director de la Coral Santeña, director de la banda de Música de Zafra y director de la Coral Santa Cecilia de Zafra
San Judas Tadeo
Papel y tinta
14.4 x 9.6 cm
1855
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra
Entre los doce apóstoles de Cristo, había dos llamados Judas que para identificarlos recibían un epíteto: uno, Iscariote y, otro, Tadeo.
Si en los cuatro evangelios sinópticos, Judas Iscariote es muy citado por haber sido el que traiciona a Jesús, de Judas Tadeo se dice poco. Mateo y Marcos lo llaman Tadeo y señalan que era hermano de Jesús y de Santiago el Menor. Lucas lo nombra como «Judas el de Santiago». Y Juan nos lo presenta formulando una pregunta a Jesús, pero aclarando que quién la enuncia es «Judas, no el Iscariote», para evitar cualquier confusión.
Tras Pentecostés, habría predicado la buena nueva en Siria y Mesopotamia, acabando martirizado a mazazos y su cabeza cortada; de ahí que se le represente con una maza o un hacha, o con una alabarda como vemos en la estampa. También puede portar un libro alusivo a la epístola que se le atribuye.
La devoción a San Judas Tadeo comienza con las Revelaciones de Santa Brígida (1303-1373) que, en una visión, el propio Jesucristo la había motivado a encomendarse con convicción al Apóstol. Un ejercicio piadoso que, con el tiempo, fue convirtiendo al santo en el protector en las causas difíciles o desesperadas.
Esta devoción se vuelve muy popular en el siglo XVIII, cuando se publican novenas para acrecentarla. La estampa expuesta procede del reverso de la portadilla de una de ellas que, aunque publicada por primera vez en 1717, se reeditó en Carmona en 1855.
Con motivo de la celebración de la Feria de San Miguel y la FIG cerramos por las tardes desde el jueves 26 al domingo 29 de septiembre y el martes 1 de octubre estará cerrado todo el día.
El sábado 21 de septiembre, el Museo estará cerrado sólo en horario de mañana (10:00 a 14:00 horas) por la profesión solemne de una hermana clarisa.
Tembladera
Plata en su color moldeada y recortada
6 x 12 cm
Finales del siglo XVII
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra
La tembladera es un pequeño vaso de plata de poco grosor que se empleaba para beber. De ahí su boca ancha, redonda, su labio exvasado y las dos asas para sostenerla.
Esta pieza, de sencillas líneas, la labró un platero moldeando una delgada chapa de metal hasta alcanzar la forma curvilínea deseada, recortando las asas de cartones en forma de ge y soldándolas de tal manera que la curva superior sobrepase el borde del recipiente. Tras ser pulida, pasaría el examen del fiel contraste cuyo carreteado, con el que se verificaba la ley de la plata, encontramos en la base, sin más punzones o marcas.
Durante el siglo XVII fue frecuente la producción de tembladeras y abundantes los libros de dibujos de platería que las representan, lo que conllevaba un uso destacado en las casas acomodadas, como explicitan también los inventarios de bienes. Las nuevas costumbres aristocráticas, introducidas con la dinastía borbónica en el siglo siguiente, fueron arrinconando su uso y producción, aunque se mantuvo más tiempo en zonas periféricas.
A partir de entonces, muchas acabaron fundiéndose para fabricar nuevas piezas de platería, pero algunas se conservaron al pasar al uso litúrgico, sirviendo como purificadores en los que los sacerdotes se enjuagaban los dedos antes de dar la comunión a los fieles. No obstante, el formato de la tembladera evolucionó en el catavino o taza destinada a probar el vino de cubas o tinajas.
Dentro del programa conmemorativo del 40 aniversario de la apertura del Archivo Histórico Municipal, este trimestre presentamos dos documentos que nos hablan de otras tantas catástrofes naturales, un terremoto y una gran tormenta, ocurridas en Zafra en los siglos XVIII y XIX, narradas por los contadores ducales en sus informes a sus señores.
Dos catástrofes naturales ocurridas
en Zafra narradas por los contadores ducales
Papel y tinta
Sobre un terremoto
32 x 21 cm
Zafra, 3 de junio de 1761
Aranjuez, 11 de junio de 1761
Sobre una gran tormenta
31.2 x 20.8 cm
Zafra, 23 de junio de 1808
Madrid, 8 de agosto de 1808
Archivo Histórico Municipal de Zafra
Fondo Estado de Feria
A lo largo de su historia, Zafra ha sufrido reiteradas catástrofes naturales debido a la geología o la climatología de la región en que se asienta. Muestras son las narradas en estas dos cartas que los contadores ducales envían en 1761 y 1808 a sus señores para informales de lo acontecido.
La más antigua habla de un «temblor de tierra» que ocurrió «poco antes de las 6 de la mañana» del día 3 de junio de 1761. De su duración, «cosa de un minuto», que fue menor que el terremoto ocurrido dos meses atrás, el día postremo de marzo. De sus efectos, que se mostró «ruidoso, estremeciéndose los edificios»; si bien, no sufrieron «ruina, ni quebranto» y no hubo «desgracia alguna» entre el vecindario. Era entonces Luis Antonio Fernández de Córdoba y Spínola, XI duque de Medinaceli y X de Feria.
La otra carta cuenta que el 14 de junio de 1808, apenas iniciada la guerra de la Independencia, se desencadena «una terrible tempestad de truenos y relámpagos», que descarga sobre la villa y la mitad de su término una granizada de «piedra de bastante magnitud». La sementera y las huertas quedaron enteramente arrasadas y los vecinos sintieron pánico creyendo «perecer por haber estado como media hora» cayendo pedrisco. El contador se detiene en apuntar que destrozó las vidrieras de su cuarto y lastimó la madera de los bastidores. Aunque el duque era Luis Joaquín Fernández de Córdoba y Benavides, XIV de Medinaceli y XIII de Feria, responde la carta su esposa María de la Concepción Ponce de León y Carvajal.
Rosas de Jericó
Madera, tinta, papel, restos óseos y de lacre, un fragmento de tisú y dos rosas de Jericó
3.2 x 7.5 cm
Siglo XIX
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra
En el relicario conventual existe una cajita ovalada, fabricada con listas delgadas de madera, que serviría para un envío por mensajería, dados los restos del sello de lacre que la cerraba, y las monjas aprovecharon como contenedor donde guardar «dos flores/ de Jerico», como indica el rótulo decimonónico en tinta, casi desvaída, de su tapa.
Esta flor o rosa de Jericó, conocida científicamente como Anastatica hierochuntica, es una hierba pequeña de tamaño y corta de raíces, que habita en zonas áridas del Próximo Oriente y desiertos del norte de África. Una hierba que resiste tanto la sequedad que es capaz de retraerse adquiriendo un aspecto leñoso y de reverdecer en contacto con la humedad. Cuando se contrae adquiere forma esférica, para guardar sus semillas, y el viento fácilmente puede arrancarla y rodarla, convirtiéndola en una planta viajera que va diseminando sus semillas por estepas y desiertos.
La razón de conservarse ejemplares en un relicario estriba en su consideración como planta cristológica, por lo que también se conoce como flor de la resurrección, al suponer su capacidad de morir y volver a la vida. Alrededor de ella, se tejieron leyendas piadosas como la que habla de que, con la muerte de Cristo, se secaron, muriendo con él, y pasados tres días, al resucitar, volvieron a florecer para anunciar la alegría de su victoria sobre la muerte. También se ha relacionado con la Virgen María y, quizá por ello, se la consideraba propicia para el alumbramiento, colocando alguna sobre el vientre de la parturienta.
LA BOTICA EN LA EXPEDICIÓN DE MAGALLANES Y ELCANO
Exposición temporal del 22 de junio al 29 de julio de 2024
Conferencia inaugural
Sábado, 22 de junio, 12:00 h. capilla conventual
La primera vuelta al mundo
En 1519 y al servicio de Carlos I, el portugués Hernando de Magallanes, o Fernão de Magalhães, partía del puerto de Sevilla capitaneando una expedición que buscaba abrir una ruta comercial que alcanzase las Indias Orientales atravesando los océanos Atlántico y el Pacífico. En su camino descubrió un canal natural navegable, al que se dio su nombre, y realizó la primera circunnavegación europea de la Tierra.
Tras su muerte en Filipinas en 1521, se hace cargo de la expedición Juan Sebastián Elcano que regresó a España al año siguiente al decidir navegar hacia el oeste atravesando el océano Indico y circunvalando el continente africano.
La expedición fue muy costosa en vidas. El hambre, las enfermedades, los temporales, las insurrecciones y ciertos enfrentamientos con nativos hicieron que de los 239 hombres que salieron, sólo 18 recalaran el 6 de septiembre de 1522, a bordo de la nao Victoria, en Sanlúcar de Barrameda, la única de las seis que culminó la hazaña.
500 años después: un libro y una exposición
Con motivo del quinto centenario de la primera vuelta al mundo, se montó esta exposición que se sustenta en el libro «La botica en la expedición de Magallanes y Elcano», de los doctores en Farmacia por la Universidad de Sevilla, Cecilio J. Venegas y Antonio Ramos. En dicha publicación se reproduce facsimilarmente el documento custodiado en el Archivo General de Indias con la relación de las medicinas embarcadas, junto con su transcripción y estudio.
En la exposición recrean los remedios que portaban en la expedición, como el ungüento confortativo, la atutía o los polvos de diamargaritón, así como el utillaje propio farmacéutico en forma de balanzas, caja de preparación de medicamentos, morteros, albarelos… Acoge, también, entre otros materiales, mapas facsímiles, una reproducción de la nao 'Victoria', astrolabio, vasijas… Y especias que trajeron, no olvidemos que fue una expedición comercial, como la nuez moscada, el azafrán, la pimienta negra, el sándalo, el jengibre o la canela.
Un boticario
Tanto el libro, como la exposición, versan sobre el farmacéutico sevillano Juan Bernal. Quien, aunque tenía su botica en el barrio sevillano de San Andrés, embarcó en las cinco naves con las que arrancó la expedición llevando hasta sesenta tipos de medicamentos por los que le pagaron 13 000 maravedíes.
Bernal era una persona destacada en los ambientes científicos y económicos de la Sevilla del XVI, lo que conectaba su trabajo directamente con el Nuevo Mundo. A pesar de sus avanzados conocimientos, los medicamentos que fueron embarcados en las naves poco pudieron hacer para salvar la vida a la mayoría de los hombres que se enrolaron en la expedición de Magallanes. Fueron cayendo uno a uno por enfermedades como el escorbuto y, sobre todo, por la falta de suministros y lo desesperada que llegó a ser la situación en varios momentos de la vuelta al globo.
Y a la vuelta
En el viaje de vuelta, Elcano y sus hombres desembarcaron especias desconocidas para Europa que trajeron del Pacífico y abrirán un acceso fácil a nuevas plantas, nuevos conocimientos y nuevas tierras para todo el continente. Especias que además de servir para aromatizar los alimentos, como la pimienta, el clavo o la canela, encontraron otras tantas con características terapéuticas, antisépticas y conservantes, entre otras, como el azafrán, con propiedades digestivas, antioxidantes, respiratorias y cardiovasculares; la canela, antiagregante y antitrombótico; jengibre, antiinflamatorio, analgésico y con propiedades para proteger el hígado y paliar las náuseas; la nuez moscada, antibacteriano y antiinflamatorio; y la pimienta, que en el pasado se usaba como tratamiento para la gonorrea y la bronquitis crónica.
La exposición «La botica en la expedición de Magallanes y Elcano» trata, con piezas escogidas, de dar al visitante una idea fehaciente de cómo era la navegación de la época y qué medicamentos, útiles y especias se utilizaban.
Alegoría del Sagrado Corazón
Estampa calcográfica
Entalladura
11.6 x 8.2 cm
Siglo XVIII
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra
El corazón, desde antiguo, ha sido considerado por los cristianos como un símbolo del amor divino. Ya en el medievo, San Bernardo hablaba del «dulcísimo corazón de Jesús»; pero, hemos de esperar a finales del siglo XVI para ver representada una cardiomorfosis, el corazón anatómico de Jesús rodeado símbolos de su Pasión.
Su culto litúrgico se inicia en 1668 con san Juan Eudes, siendo las visiones de santa Margarita María Alacocque, a partir de 1673, y el auspicio de los jesuitas la base de su devoción. Sin embargo, su iconografía como Cristo cardióforo, el que nos muestra en sus manos o en el pecho un corazón en llamas, no lo hace hasta 1780 cuando el italiano Pompeo Batoni lo pinta para la reina viuda de Portugal.
Entre tanto, las imágenes alegóricas buscarán acrecentar entre los fieles la devoción al Sagrado Corazón. Un ejemplo es esta estampa que nos muestra, en una composición que asemeja la de una custodia u ostensorio, un corazón, que se identifica con el de Jesús por la impronta de la curva y sangrante llaga de la lanzada, la corona de espinas y la cruz, flotando sobre un cáliz llameante entre nubes y brillantes rayos. Una imagen, que se sirve de ciertos símbolos de la Pasión de Cristo, para evocar tanto el misterio Eucarístico como su ardiente amor a la humanidad, hasta el punto de ofrecerse como víctima propiciatoria.
Es probable que esta ilustración, hoy recortada, formase parte de una hoja o de un pliego de cordel, que contendría coplas o composiciones poéticas que revelarían a los lectores u oyentes su críptico significado devocional.