Santa Clara de Asís
Grabado a buril sobre vitela
9.5 x 6.9 cm
Lodewyk Jozef Fruijtiers
Amberes
Segunda mitad del siglo XVIII
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra
Siguiendo la lección espiritual de Juan Bernardone, motejado Francesco o el francés, que había creado la orden de los Hermanos menores o franciscanos en 1209, la joven Clara de Favorone abandona su casa familiar para consagrarse a Dios.
El sueño de vivir en pobreza, con alegría y hermandad, lo materializa en el convento de San Damián (Asís), donde se instala junto a su hermana Inés y otras mujeres en 1212, dando origen a la segunda orden franciscana: las Hermanas pobres o clarisas.
Para Santa Clara, la vida conventual se rige por una regla, que define los tres votos de obligado cumplimiento. Si la obediencia y la castidad son inexcusables para la vida en fraternidad, la «santa pobreza», como la llamaba la santa, era un anhelo: la comunidad, carente de bienes, habría de cubrir las necesidades cotidianas con limosnas y con lo que, gracias a su trabajo, produjera el huerto monástico. La clausura era también una dimensión de la pobreza, al fijar unos límites vivideros, y un medio para alcanzar la vida contemplativa.
En el grabado, aparece arrodillada y en oración ante la custodia que contiene el Santísimo Sacramento, con el que espantaría a los musulmanes que quisieron asaltar el convento y es su símbolo iconográfico.
Fue estampado en vitela, piel de vaca o ternera curtida y pulida, por L. J. Fruijtiers (Malinas, 1713 – Amberes, 1782), un grabador flamenco que ofició como miniaturista y dibujante de frontispicios de publicaciones académicas y estampas devocionales.