miércoles, 31 de julio de 2024

PIEZA INVITADA / AGOSTO-OCTUBRE 2024

Dentro del programa conmemorativo del 40 aniversario de la apertura del Archivo Histórico Municipal, este trimestre presentamos dos documentos que nos hablan de otras tantas catástrofes naturales, un terremoto y una gran tormenta, ocurridas en Zafra en los siglos XVIII y XIX, narradas por los contadores ducales en sus informes a sus señores.

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dos catástrofes naturales ocurridas
en Zafra narradas por los contadores ducales
 

 Papel y tinta

Sobre un terremoto
32 x 21 cm
Zafra, 3 de junio de 1761
Aranjuez, 11 de junio de 1761

Sobre una gran tormenta
31.2 x 20.8 cm
Zafra, 23 de junio de 1808
Madrid, 8 de agosto de 1808

Archivo Histórico Municipal de Zafra
Fondo Estado de Feria



A lo largo de su historia, Zafra ha sufrido reiteradas catástrofes naturales debido a la geología o la climatología de la región en que se asienta. Muestras son las narradas en estas dos cartas que los contadores ducales envían en 1761 y 1808 a sus señores para informales de lo acontecido.

La más antigua habla de un «temblor de tierra» que ocurrió «poco antes de las 6 de la mañana» del día 3 de junio de 1761. De su duración, «cosa de un minuto», que fue menor que el terremoto ocurrido dos meses atrás, el día postremo de marzo. De sus efectos, que se mostró «ruidoso, estremeciéndose los edificios»; si bien, no sufrieron «ruina, ni quebranto» y no hubo «desgracia alguna» entre el vecindario. Era entonces Luis Antonio Fernández de Córdoba y Spínola, XI duque de Medinaceli y X de Feria.

La otra carta cuenta que el 14 de junio de 1808, apenas iniciada la guerra de la Independencia, se desencadena «una terrible tempestad de truenos y relámpagos», que descarga sobre la villa y la mitad de su término una granizada de «piedra de bastante magnitud». La sementera y las huertas quedaron enteramente arrasadas y los vecinos sintieron pánico creyendo «perecer por haber estado como media hora» cayendo pedrisco. El contador se detiene en apuntar que destrozó las vidrieras de su cuarto y lastimó la madera de los bastidores. Aunque el duque era Luis Joaquín Fernández de Córdoba y Benavides, XIV de Medinaceli y XIII de Feria, responde la carta su esposa María de la Concepción Ponce de León y Carvajal.

 

 

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Hasta el 31 de octubre de 2024

EXPOSICIÓN TEMPORAL

 PRORROGADA HASTA EL 18 DE AGOSTO DE 2024



lunes, 1 de julio de 2024

PIEZA DEL MES / JULIO-AGOSTO 2024


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Rosas de Jericó
Madera, tinta, papel, restos óseos y de lacre, un fragmento de tisú y dos rosas de Jericó
3.2 x 7.5 cm
Siglo XIX

Monasterio de Santa María del Valle, Zafra

 

En el relicario conventual existe una cajita ovalada, fabricada con listas delgadas de madera, que serviría para un envío por mensajería, dados los restos del sello de lacre que la cerraba, y las monjas aprovecharon como contenedor donde guardar «dos flores/ de Jerico», como indica el rótulo decimonónico en tinta, casi desvaída, de su tapa.

Esta flor o rosa de Jericó, conocida científicamente como Anastatica hierochuntica, es una hierba pequeña de tamaño y corta de raíces, que habita en zonas áridas del Próximo Oriente y desiertos del norte de África. Una hierba que resiste tanto la sequedad que es capaz de retraerse adquiriendo un aspecto leñoso y de reverdecer en contacto con la humedad. Cuando se contrae adquiere forma esférica, para guardar sus semillas, y el viento fácilmente puede arrancarla y rodarla, convirtiéndola en una planta viajera que va diseminando sus semillas por estepas y desiertos.

La razón de conservarse ejemplares en un relicario estriba en su consideración como planta cristológica, por lo que también se conoce como flor de la resurrección, al suponer su capacidad de morir y volver a la vida. Alrededor de ella, se tejieron leyendas piadosas como la que habla de que, con la muerte de Cristo, se secaron, muriendo con él, y pasados tres días, al resucitar, volvieron a florecer para anunciar la alegría de su victoria sobre la muerte. También se ha relacionado con la Virgen María y, quizá por ello, se la consideraba propicia para el alumbramiento, colocando alguna sobre el vientre de la parturienta.

 

 

 

 

 

 

 

 

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Hasta 31 de agosto de 2024