Ecce Homo
Óleo sobre lienzo
55 x 43.5 cm
¿E. Cisneros?
Finales del siglo XIX
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra
Pilatos, en el Evangelio de Juan (19 5), dice las palabras «Ecce Homo» (aquí tenéis al hombre) señalando a Jesús, al que presenta a la multitud congregada frente al pretorio de Jerusalén.
La iconografía, que no aparece hasta el siglo XV, nos muestra a Cristo con un aspecto lastimoso, tras haber sido flagelado, coronado de espinas y cubierto con un manto de color purpura. Es la viva imagen de un rey grotesco, humillado y dolorido: de espinas es su corona, de afeites sirven sus magulladuras y la sangre derramada y un trozo de tela roja anudada al cuello, de manto regio.
Y así se nos muestra en este lienzo, que es copia decimonónica del Ecce Homo de Bartolomé Esteban Murillo (Sevilla 1617-1682) y conserva el Museo del Prado. El original está datado en la década de 1660-1670, dentro del llamado periodo cálido de la producción del maestro sevillano, en el que desaparece el tenebrismo y la pincelada se vuelve suelta y la tonalidad brillante.
Pero, el Ecce Homo del convento, que es una buena copia, muestra, a diferencia del original, un ligerísimo mayor tamaño y un aspecto claroscurista derivado seguramente del oscurecimiento de los barnices.
En el dorso lleva la dedicatoria: «Para mi hija Mercedes. E. Cisneros», escrita con caligrafía clara y rubricada. Puede que llegase al convento como parte del ajuar de alguna novicia, cuyo padre quizá fuese copista de pintura antigua en el museo.