Matracas
Madera, hierro
11.3 x 21.5 x 6.3 cm
19.7 x 19 x 4.2 cm
56.2 x 21.4 x 3.9 cm
Siglos XVIII-XIX
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra
Cuando el Jueves Santo enmudecían las campanas por la pasión y muerte de Jesucristo, el silencio se rompía con el monocorde y desagradable sonido de las matracas que llamaban a los fieles a los oficios litúrgicos o a las procesiones. Y en los conventos servían, además, para convocar a los diarios maitines.
La matraca, también conocida como carraca o por localismos como chilrraera o macillos, es un instrumento musical de los clasificados como idiófonos por valerse de su cuerpo como materia resonante; al igual que las campanas, el triángulo, los platillos o las castañuelas...
Las hay de campanario, de enorme tamaño para que su sonido se oiga en toda la localidad. Están compuestas de una rueda de tableros de madera con mazos móviles para golpearlos al ser girados con manivelas.
Las hay portátiles, como las expuestas, con sus macillos de madera o con aldabas metálicas para hacer ruido cuando se volteen. Y las hay con una rueda dentada que al girar sobre su eje/mango hacen vibrar una lengüeta de madera para lo mismo.
Sus sonidos carentes de armonía, y ciertamente desapacibles, están vinculados a la penitencia de quien los oye; de ahí que la expresión coloquial «dar la matraca» se entienda como pesadez o machaconería por parte de uno de los interlocutores.