Benditera
Madera, nácar y metal
22.4 x 11.2 cm
¿Palestina?
Siglo XIX
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra
El agua, para los cristianos, es símbolo y fuente espiritual.
Los Evangelios son ricos en alusiones alegóricas, especialmente el de Juan en los pasajes de Cristo y la samaritana (4 5-15) o el de la promesa del agua viva (7 37).
Así, el agua pasa a formar parte de la liturgia de la Iglesia: sacramento del bautismo, aspersiones sobre los fieles, tumbas, objetos o animales, lavatorio del Jueves Santo o, en la misa, al mezclar unas gotas con el vino antes de su consagración.
Como a la entrada de las iglesias se disponían pilas con agua bendita, por extensión en los domicilios de los fieles, desde el siglo XV, se colocaban las benditeras: unas placas, de variado material e iconografía, con una pileta para contenerla. Colgadas a la entrada de la casa o en los dormitorios, asistían la práctica de santiguarse al entrar o salir, al acostarse o levantarse.
La benditera expuesta tiene una base recortada de madera de olivo, recubierta con una taracea de placas de nácar. En el comedio, una hornacina ojival acoge la imagen de Santo Tomás de Aquino, señalando al Padre Eterno y al Espíritu Santo del tímpano, y tiene debajo una pileta octogonal simulando un púlpito. Se rodea con guirnaldas de flores y los anagramas de Jesús y María. Volutas y contravolutas, que aúpan estrellas alusivas al santo, sirven de marco.
Aunque es posible que su origen sea palestino, procede de Cuba y llegó al convento a través del legado familiar de una monja.
Galería alta
Del 1 al 31 de octubre de 2023