Fue Sevilla, que se le había tornado difícil para su fundación conventual, el escenario donde fray Juan de la Miseria retratase in vivo a la Madre Teresa de Jesús, un trance que aceptaría como un ejercicio de mortificación.
Ocurría el 2 de junio de 1576, la víspera del traslado solemne del convento de San José a unas casas adquiridas por uno de sus hermanos. Tenía la santa fundadora 61 años.
Madre Teresa aparece retratada en oración. Se trata de una vera effigies a la que, tras su muerte en 1582, se le añadieron la paloma del Espíritu Santo y una filacteria sobre su cabeza con el verso «MISERICORDIAS DOMINI IN AETERNVM CANTABO» (Sal. 89,2), que gustaba repetir como oración en su celda.
Al ser su único retrato, fue copiado muchas veces, reinterpretado y dotado de nuevas significaciones iconográficas. Pero, será en la versión del grabador Cornelis Galle el Viejo, inserta en la obra Vita B. Virginis Teresiae a Iesu, publicada en 1613, en la que se inspire este lienzo.
El grabador flamenco añadía, sobre una mesa, una cruz desnuda, que la santa señala con su mano izquierda en tanto la ase con la contraria. Y el tronco lo rodea con una filacteria con el lema «AUT MORI, AUT PATI», que abrevia la invocación de la santa: «Señor, o morir o padecer, no os pido otra cosa para mi», recogida en su Libro de la Vida (XL, 20).
Mas el anónimo pintor de esta obra, no se conformó con calcar la composición de la estampa; sino que la santa, desasiéndose de la cruz, ha tomado su pluma para escribir en el cuaderno que reposa sobre la mesa.
Restaurada en la campaña de verano de 2014, por el equipo dirigido por D. Francisco José Sánchez Concha, del Departamento de Pintura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla.
Con el apoyo de la Consejería de Educación y Cultura del Gobierno de Extremadura, del Excelentísimo Ayuntamiento de Zafra y de la Asociación de Amigos del Museo y del Patrimonio de Zafra.