Cristo de Zalamea
Óleo sobre lienzo
69 x 53.5 cm
Finales del siglo XVII
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra
En 1586, llegaba a Zalamea de la Serena la talla de un Crucificado, que vino en llamarse de la Quinta Angustia, por el hospital en cuya pobre y pequeña capilla se colocó.
Años después, los milagros que se atribuían a su intercesión eran tantos y tanto el fervor que había suscitado que, para acoger a sus numerosos devotos, se inicia en 1606 la construcción de una nueva y enorme capilla con trazas del arquitecto real Francisco de Mora.
Como la fama de sus prodigios se siguió difundiendo, surgieron los encargos de estampas y cuadros piadosos que, como una réplica o verdadera imagen, representasen la talla, con el fin de llevar consuelo a quienes no podían acercarse a su santuario.
El lienzo es un "trampantojo a lo divino", un tipo de representación, frecuente en el Barroco, que reproduce la imagen de devoción en el espacio en el que se venera, rodeada de los enseres y adornos que le son propios y, a veces, una cartela o letrero identificativo, para que el devoto sienta su presencia real cuando ore ante ella.
Y tal como vemos se mostraba en su capilla a finales del Seiscientos: descubierto, con los velos y cortinas, que le cubrían cuando no estaba expuesto a la devoción, a los lados; la lámpara de azófar, la llamada "lámpara del milagro", con cuyo aceite se untaban los enfermos buscando sanación, al costado derecho; y el rótulo "S[anti]s[i]mo Xpto [Cristo] de Zalamea", sobre el patibulum de la cruz.
En 1586, llegaba a Zalamea de la Serena la talla de un Crucificado, que vino en llamarse de la Quinta Angustia, por el hospital en cuya pobre y pequeña capilla se colocó.
Años después, los milagros que se atribuían a su intercesión eran tantos y tanto el fervor que había suscitado que, para acoger a sus numerosos devotos, se inicia en 1606 la construcción de una nueva y enorme capilla con trazas del arquitecto real Francisco de Mora.
Como la fama de sus prodigios se siguió difundiendo, surgieron los encargos de estampas y cuadros piadosos que, como una réplica o verdadera imagen, representasen la talla, con el fin de llevar consuelo a quienes no podían acercarse a su santuario.
El lienzo es un "trampantojo a lo divino", un tipo de representación, frecuente en el Barroco, que reproduce la imagen de devoción en el espacio en el que se venera, rodeada de los enseres y adornos que le son propios y, a veces, una cartela o letrero identificativo, para que el devoto sienta su presencia real cuando ore ante ella.
Y tal como vemos se mostraba en su capilla a finales del Seiscientos: descubierto, con los velos y cortinas, que le cubrían cuando no estaba expuesto a la devoción, a los lados; la lámpara de azófar, la llamada "lámpara del milagro", con cuyo aceite se untaban los enfermos buscando sanación, al costado derecho; y el rótulo "S[anti]s[i]mo Xpto [Cristo] de Zalamea", sobre el patibulum de la cruz.
Hasta el 30 de septiembre de 2019
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