San Pedro de Alcántara
Óleo sobre lienzo
Escuela andaluza
Segunda mitad del siglo XVII
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra
La restauración reciente de unas pinturas devolvió a la luz varios fragmentos de otras que, por su mal estado, habían sido rotas para remendar desgarros.
Uno de esos fragmentos recuperados muestra a un fraile, de rostro arrobado, sentado en un sillón junto a una ventana abierta a un paisaje montañoso, en el que se alzan unas edificaciones apenas esbozadas.
Es una pequeña parte de un cuadro que, a pesar de no mostrar elementos iconográficos determinantes, entendemos que representa a san Pedro de Alcántara (1499-1562).
El hábito con capa y capucho grande que viste son los propios de los frailes de la reforma de la descalcez franciscana de finales del siglo XV, que le tuvo como santo más famoso, de ahí que sus seguidores fuesen conocidos como alcantarinos.
El rostro ascético, sin barba y la cabeza calva no se alejan de la descripción fisionómica conocida del santo. Además, esa mirada elevada y extática parece contemplar al Espíritu Santo que, en forma de paloma, le estaría inspirando su obra, por lo que el lienzo lo representaría en su faceta de escritor.
Precisamente, aquí en Zafra, en el desierto de La Lapa, se encontraba el convento de San Onofre en el que redactaría su popular Tratado de la Oración y de la Meditación, mientras se ocupaba de su guardianía (1532-1535). Tenía entonces poco más de treinta y tres años. Puede que el aspecto joven que presenta aluda a ese momento vital y la edificación bosquejada, al convento.