martes, 12 de mayo de 2020

RUTAS PARA REENCONTRARNOS CON NUESTRA CIUDAD (II)

ZAFRA DUCAL
Un paseo por la villa de los Duques de Feria





Este paseo le ofrece la posibilidad de conocer Zafra tomando como eje las muestras artísticas que aún recuerdan su carácter de villa ducal y su vinculación con el linaje de los Suárez de Figueroa, el de la Casa ducal de Feria,  durante los siglos XV al XVII.

El paseo debe iniciarse por el Palacio de los Duques de Feria, actual Parador de Turismo. El núcleo lo constituye el alcázar medieval, mandado construir por el primer Conde de Feria, Lorenzo II Suárez de Figueroa. Las obras comenzadas en 1437 fueron concluidas en 1443, y dieron como fruto una fábrica en la que se aunaban las funciones defensivas y residenciales.

Muy interesantes son las pinturas de la Cámara de la torre del Homenaje, y el techo holladero del salón principal bajo. En época del segundo conde se completó el edificio con las techumbres mudéjares de la Sala Dorada y de la capilla.



En torno a 1600, en tiempos ya del segundo duque, Lorenzo IV Suárez de Figueroa y Córdoba, el vetusto alcázar fue sometido a una profunda remodelación, que fue encomendada a Francisco de Montiel, Maestro Mayor de las obras ducales. Éste procedió a fabricar un patio clasicista de mármol, a elevar dos alas palaciegas con azoteas, a ambos lados de la puerta principal, y otras tantas galerías abiertas a un nuevo jardín, que complementaría a la añosa Huerta Honda como escenario de fiestas y juegos a imitación de la corte.

Enseguida, entre los años 1605 y 1609, se construyó un pasadizo que une el palacio con la iglesia conventual de Santa Marina, que se reedifica al tiempo. Las obras corrieron a cargo de maestros alarifes madrileños y de canteros extremeños, que siguieron las directrices de Juana Dormer, la aristócrata inglesa que fue primera duquesa de Feria.



Completaba el conjunto un patio de armas (hoy convertido en plaza pública), al que se accedía por la Puerta del Acebuche, que era la entrada principal del palacio en la época. La iglesia de Santa Marina conserva dos magníficas obras de artistas cortesanos madrileños: el retablo mayor y la escultura orante de Margarita Harrington, prima hermana de la duquesa, cuyo legado testamentario sirvió para financiar la fábrica de la iglesia.

Los Suárez de Figueroa tuvieron siempre predilección por el cercano Monasterio de Santa María del Valle, conocido popularmente como Convento de Santa Clara, por cuanto su iglesia era considerada como panteón del linaje.  Aunque fundado en 1428, la capilla mayor de la iglesia, no fue concluida hasta 1454. En ella se guardan las esculturas funerarias del joven Garci Laso de la Vega y de los primeros condes, Lorenzo II Suárez y María Manuel, obras relacionadas con Egas Cueman. En el retablo mayor, obra barroca de hacia 1670, se venera la imagen de alabastro de la titular del monasterio, obra de la primera mitad del siglo XV. En el lado de la epístola se halla la Capilla funeraria del segundo Duque de Feria, construida hacia 1616.


Aledaña, pero abierta a la nave, está la Capilla de las Reliquias, un diminuto espacio que guarda la espléndida colección de relicarios donados por el segundo Duque y su madre en 1603.

La clausura, que no puede visitarse, se articula en torno a un claustro del siglo XV, en cuyos muros se conservan algunas pinturas góticas. Fueron importantes las reformas del convento realizadas durante los siglos XVI y XVII, entre las que hay que contar la del coro y su sillería por ser visibles desde la iglesia. Las monjas conservan numerosos objetos de culto, la mayoría procedente de sucesivas donaciones ducales.

Ya en la Plaza Grande, podemos acercarnos al Hospital de Santiago, fundado en 1438 –tras iniciarse las obras del alcázar condal- en la que fuera primera residencia de los Feria en Zafra. Su portada muestra una pródiga decoración propia del gótico de comienzos del siglo XV y, en la hornacina, una pintura barroca que representa la Salutación del Arcángel Gabriel, advocación original del hospital. Dentro puede verse un patio cuadrado de gusto mudéjar y  la capilla del establecimiento con una bella bóveda.

De vuelta, debemos dirigirnos a la Colegiata de la Candelaria, una iglesia de proporciones catedralicias. Edificada en líneas góticas, como era tradición eclesiástica en el siglo XVI, muestra una sola nave, crucero de cortas alas y ábside ochavado. Las obras se iniciaron en 1527, pero se alargaron hasta finales del siglo. En 1609, la iglesia fue erigida en Colegial Insigne gracias a las gestiones del tercer Duque de Feria, que mandó construir poco después una nueva sacristía y la sala del Capítulo. La colegiata es una muestra del poder nobiliario: los escudos de la Casa Ducal se repiten no sólo en los muros exteriores, sino también en la sacristía, donde armonizan con un lienzo de escuela italiana y un bello apostolado barroco, o en el coronamiento del Retablo Mayor de escuela sevillana, fabricado entre 1656 y 1683 por Blas de Escobar y José de Arce.


Los otros retablos que guarda la iglesia son todos memoriales funerarios de las familias nobles y burguesas de la ciudad. Sobresale el Retablo de la Virgen de los Remedios, que exhibe nueve lienzos pintados por Francisco de Zurbarán en 1644, para el mercader Alonso de Salas Parra. Interesantes son los retablos funerarios de los mercaderes Juan Ramírez el Viejo y Alonso Sánchez el Viejo, o el de Francisco Mateos Moreno, obra de Blas de Escobar. Bajo la torre de la iglesia, se encuentra la Capilla de la Valvanera, cuyo aparatoso retablo barroco del siglo XVIII fue sufragado por los comerciantes cameranos afincados en Zafra.

En la plazuela del Pilar Redondo, a espaldas de la Colegiata, se encuentra la antigua Casa-palacio de García de Toledo y Figueroa, hermano del tercer Conde de Feria y ayo del malogrado príncipe Carlos, hijo de Felipe II. Construida en el primer cuarto del siglo XVI, aún mantiene sus muros maestros, su portada y un magnífico y amplio patio con columnas de mármol. En 1600 fue ocupada por las monjas franciscanas terciarias de la Cruz de Cristo, que la convirtieron en su convento, pero -desde la Desamortización- el edificio es sede del Ayuntamiento de la ciudad.

Pasado el lugar donde estuvo la Puerta de Los Santos en la muralla, puede el viajero acercarse a la Enfermería del Convento de San Benito, obra de los siglos XVII y XVIII, al fondo de la calle puede verse la Torre de San Francisco único vestigio del convento fundado por los Feria en el siglo XV.

De vuelta, intramuros, por la Calle San José, puede verse el mudéjar Hospital de San Miguel, fundación de la segunda Condesa de Feria en 1480, y el Hospital de San Ildefonso construido en el siglo XVII sobre la casa Ruy López, campeón y tratadista del ajedrez.



Al final de la Calle Tetuán, atravesando el Arco del Cubo, abierto en la muralla a finales del seiscientos, se encuentra el Monasterio dominico de La Encarnación y Mina, conocido como Convento del Rosario. Fue fundado en 1511 por María Manuel de Figueroa, condesa de Medellín, hija del segundo conde de Feria. De interés es la iglesia de tres naves, cubiertas con bóvedas semejantes a las de iglesias norteñas del siglo XVI, y la devota imagen del Cristo del Rosario, obra de finales del mismo siglo.

Extraído de Equipo Rumor. Zafra se muestra. Excmo. Ayuntamiento de Zafra, 2000