UNA PIEZA DEL MES PARA LOS TIEMPOS DEL COVID-19
A pesar de que el Museo está cerrado por la pandemia que sufrimos, no queremos abandonar el programa "La Pieza del Mes", que iniciamos en abril de 2007, pocos meses después de abrirse al público.
Ahora, como es imposible mostrar piezas de la colección que
guarda la clausura, hemos seleccionado piezas de la colección permanente que o
ya se conocen o pueden ser vistas cuando toda esta aflicción pase y el museo
vuelva a abrir sus puertas.
Y vamos a comenzar con una de las piezas más modestas, pero con una
larga historia detrás.
Cuchara de Madre Celia
Madera
24 x 4 cm
Segunda mitad del siglo XX
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra
Madera
24 x 4 cm
Segunda mitad del siglo XX
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra
Desde los más remotos tiempos, la humanidad se ha servido de instrumentos, además de los dedos o la concavidad de la mano, para llevarse alimentos a la boca.
De las cucharas tenemos ejemplos desde el Neolítico, si obviamos el uso previo de conchas de moluscos para consumir, por ejemplo, los líquidos que destilaban las carnes al ser asadas.
Todas las culturas del mundo han usado y usan cucharas elaboradas con los más variados materiales (metales, porcelana, hueso, madera…) y las más diversas formas, tanto de la cazoleta como del mango. Mudando estas y aquellos en razón del estatus social, los gustos temporales o los diferentes usos a los que se destinen en la mesa o la cocina.
Las de madera o de palo han sido siempre propias de gente humilde, por ello las clarisas o hermanas pobres de Santa Clara, además de la templanza en su alimentación, han venido usándolas para ayudarse a consumir la sopa o el guisote que se servían en una escudilla, junto a una navaja que les ayudaba a cortar el pan.
Esta cuchara perteneció a sor Celia del Espíritu Santo (1916-1994), conocida como Madre Celia por haber sido muchos años abadesa del convento. Su vida fue un ejemplo del ideal clariano de austeridad y mortificación. Gustaba de la oración contemplativa en extremo, guiada siempre por el espíritu de pobreza.