viernes, 3 de abril de 2020

VIERNES DE PASIÓN / VIRGEN DE LOS DOLORES

EL MUSEO EN TIEMPOS DEL COVID-19 (IV)








































La devoción a los Dolores de la Virgen en España se rastrea en la Edad Media, aunque desde el punto de vista iconográfico es fundamental la imagen que hiciese el escultor Gaspar Becerra por encargo de la reina Isabel de Valois, esposa de Felipe II, para el convento de la Victoria de Madrid.

El artista concibió la imagen, arrodillada ante la cruz, con una profunda expresión de dolor y tristeza, las manos unidas y los dedos entrelazados. Y, como era de vestir, lo fue con las ropas de luto de las viudas castellanas del siglo XVI: largas tocas blancas, mantos negros y un rosario. Más tarde, a algunas imágenes se les añade, en el pecho, un corazón traspasado por siete espadas generalmente de plata.

Este modelo se mantiene aún en la sexta década del siglo XVIII, cuando los marqueses de Encinares encargan la imagen de la Virgen de los Dolores para la entonces Colegial Insigne de Zafra.

La imagen, como era usual, solamente muestra de talla la cabeza y el busto, al que se añaden los brazos articulados y las manos que, al ir unidas, forman un bloque. Todo se asienta sobre un candelero o armazón de listones de madera, que sirve para dar altura a la imagen.

Su rostro, que transmite una expresión de dolor contenido, es muy naturalista y muestra un modelado delicado y una policromía suave. Logra un mayor verismo al utilizar ojos de cristal, lo mismo que las lágrimas que caen por sus mejillas, y pestañas postizas.